Nuestra historia y evolución como seres humanos es producto de la creatividad, invención e imaginación que tuvieron nuestros antecesores para crear máquinas, herramientas, procesos o conocimientos que permitan realizar tareas de forma más eficiente. La tecnología es una creación más, por lo que debemos ser conscientes de valorarla y utilizarla por lo que es, una herramienta, un facilitador o impulsor para desarrollar nuestras habilidades, pero jamás un artefacto/producto/sistema que venga a reemplazarlas.
Pero, ¿Qué es la creatividad? ¿Se nace o se hace?
Para sorpresa de muchos, la creatividad no es sólo para los artistas, sino que es una capacidad innata del ser humano que se practica y potencia en base a educación y desarrollo de habilidades naturales-básicas, cognitivas, motrices y mentales desde los primeros años hasta la adultez. Es una facultad, un proceso de búsqueda de soluciones y respuestas a situaciones complejas que implica la destreza de adaptabilidad y flexibilidad al cambio. Asimismo, está muy relacionada con la confianza personal ya que permite ser más resistente a frustraciones, derivando en resultados exitosos tanto a nivel personal como profesional, al punto de ser relacionada con la inteligencia por varios psicólogos y filósofos1.
¿Y qué pasa con la tecnología? ¿Impulsa u obstruye nuestra creatividad?
Hay una realidad que no todos nos permitimos aceptar y es que somos adictos a los nuevos dispositivos electrónicos; nos genera ansiedad, miedo y estrés el imaginar no poder estar conectados al mundo virtual, lo cual conduce en su extremo a la depresión. Tal es así que surge el término “nomofobia” (acrónimo de no-mobile-phone phobia en inglés) (Aradas, 2012) para describir la dependencia que existe a los dispositivos y sus consecuentes trastornos en el comportamiento humano. Debemos ser capaces de comprender que, más allá del ocio o diversión que tales tecnologías produzcan, está afectando la forma en la que nuestro cerebro se desarrolla y responde, siendo el dato más gráfico la liberación de dopamina que produce nuestro cuerpo al estar expuestos a una pantalla, generando satisfacción y por ende adicción a dicha actividad.
Pero hay quienes pueden verse más perjudicados aún; los NIÑOS. Desde su inocencia, vulnerabilidad y adaptabilidad pueden verse extremadamente afectados debido a la permisibilidad de un uso inadecuado de la tecnología. El desarrollo normal de cualquier individuo implica en sus primeros meses de vida fijar la atención a colores, sonidos y objetos en movimiento. Luego, al comenzar a tener mayor control sobre la concentración, se logra obtenerla en diversos objetos puntuales y hasta en cosas que no resulten interesantes (leer un libro, por ejemplo) (Bilbao, 2015). Todo conlleva al desarrollo natural y evolutivo de su cerebro y con ello el de sus habilidades sociales, creativas, capacidades para resolver problemas o afrontar situaciones mediante el uso coordinado de su cuerpo y mente, adquiriendo asimismo un desarrollo sensorial y motor, lo cual significa un desarrollo saludable, en donde prima el movimiento, el contacto, la agilidad, conexión con la naturaleza, con sus pares, familia, vínculos, utilizando todos sus sentidos y conocimientos, expresándose libre, consciente y creativamente.
Sin embargo, la exposición a pantallas en niños/adolescentes repercute en un retroceso, en donde no se requiere un nivel de concentración mayor ya que se ven atrapados nuevamente por los sonidos, colores y movimientos que intencionalmente desarrollan los creadores de juegos y aplicaciones, llevando su atención a niveles de primera infancia.
Los resultados cognitivos son alarmantes; nos encontramos con niños con problemas de conducta, déficit atencional, trastornos en su coordinación, motricidad fina, retrasos en el desarrollo del habla limitando así su expresión. Asimismo, respecto a consecuencias aún más tangibles como lo es la salud se incrementan los problemas de obesidad por sedentarismo, dolores de espalda, reducción de la visión. Peor aun cuando nos referimos a conductas relacionales y sociales, donde se manifiesta un aumento al individualismo, autismo y ahondando más se perciben problemas con el sueño, depresión y ansiedad.
Demás está decir que los efectos adversos mencionados atrofian atrozmente la creatividad en los niños entendida como la capacidad de construir habilidades relacionales, cognitivas y sociales a través de la imaginación, interacción y resolución de situaciones adversas, mediante el uso de facultades tanto lógicas como emocionales, en donde se fortalezca la mentalidad creativa, emprendedora y flexible del individuo.
No obstante, la tecnología también tiene su faceta positiva dependiendo de su uso y el control que poseamos sobre ella. A través de una correcta interpretación de su funcionalidad, el uso de dispositivos puede ser una fascinante herramienta para facilitar el aprendizaje a través de la búsqueda de información, interacción con el mundo externo, logrando motivar e incentivar la curiosidad de investigar, cuestionar y conocer más sobre distintos temas, formar su opinión potenciando su pensamiento crítico y autodeterminación.
Es por ello que se debe formar un equipo inquebrantable entre familias, instituciones educativas y sociedad en general para evitar la INVOLUCIÓN de las nuevas generaciones, provocado por un mal uso de las herramientas que las nuevas tecnologías nos ofrecen.
Los adultos somos los responsables de educar en base a la creatividad como forma de potenciar mentes proactivas, innovadoras, auténticas, saludables, con mayor resiliencia y tolerancia a la frustración en base a su adaptabilidad y flexibilidad al cambio. Se debe fomentar la interpretación de la realidad y su transformación desde una perspectiva crítica, con discernimiento, basado en interrelaciones sólidas (ya sean online u offline), de persona a persona, EVOLUCIONANDO como sociedad a través del desarrollo de competencias humanas que regulen y controlen con responsabilidad el auge tecnológico en el que estamos inmersos.
1 Se relaciona a la creatividad con la implicancia de tres aspectos de la inteligencia: el sintético (hallar ideas), analítico (evaluar su calidad) y práctico (comunicar y persuadir a otros de su valor) Disponible en: file:///C:/Users/Usuario/Dropbox/My%20PC%20(DESKTOP-FGS72JS)/Downloads/8139-Texto%20del%20art%C3%ADculo-8222-1-10-20110531.PDF.
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